En Colombia, cada año se desecha el 34% de alimentos, que corresponde a perdidas que se ocasionan en las etapas de producción, postcosecha, almacenamiento, procesamiento industrial, distribución, retail y consumo en hogares.
Según las Naciones Unidas, aproximadamente un tercio de los alimentos producidos a nivel mundial para el consumo humano (aproximadamente 1.300 millones de toneladas) se desperdician cada año.
El desperdicio de alimentos también tiene un impacto ambiental negativo: significa desperdiciar agua, fertilizantes y otros recursos para el cultivo, así como gas metano adicional que se produce al pudrirse los alimentos en los vertederos.
El desperdicio de alimentos se produce por diversas razones, y solo algunas de ellas las podemos controlar nosotros, como consumidores. El almacenamiento deficiente, las plagas y el deterioro durante el transporte son formas en las que los alimentos se desperdician antes de llegar a los estantes de los supermercados.
Una vez que los alimentos llegan a las tiendas minoristas (y luego a su hogar), hay más oportunidades de desperdicio de alimentos. Los productos «feos» pero seguros para el consumo a menudo se descartan porque están magullados, son demasiado pequeños o tienen un color ligeramente diferente. Las carnes, frutas y verduras crudas se tiran porque sus fechas de caducidad han pasado mientras permanecen en el refrigerador y en la alacena.
Pero no tiene por qué ser así. Podemos hacer un esfuerzo concertado para minimizar el desperdicio de alimentos adoptando pequeñas medidas y educando a otros para que hagan lo mismo.
Cómo reducir el desperdicio de alimentos
Compre con un plan
Es fundamental hacer una lista de la compra antes de ir al supermercado. Haz un inventario de los ingredientes que ya tienes a mano, lo que te ayudará a evitar comprar artículos duplicados. Aunque puedes sentirte tentado a comprar al por mayor, las investigaciones han demostrado que esta práctica puede generar más desperdicio de alimentos.
Almacenar los alimentos correctamente
El almacenamiento inadecuado de los alimentos da como resultado una cantidad astronómica de desperdicios alimentarios, ya que puede provocar que los alimentos maduren y se pudran más rápidamente. Algunos alimentos producen gas etileno, es un gas que se desprende de las frutas y las verduras en su proceso natural de maduración, por lo que es importante almacenarlos lejos de los que no lo hacen. Los que producen gas etileno:
Aguacates, plátanos, melones, cebollas, fresas, mango, manzanas, ciruelas, melocotones, peras, tomates.
Si se guardan en el mismo sitio los que lo producen y los que son sensibles, estos tendrán un proceso de envejecimiento mucho más rápido de lo que les corresponde, así que no tardarán en marchitarse e incluso pudrirse. Tampoco hay que mantener las frutas y verduras productoras dentro de bolsas o recipientes herméticos, porque el gas queda encerrado y el efecto es mayor.
Este gas es una hormona que las plantas emiten durante su metabolismo, controla el crecimiento, maduración y envejecimiento; tiene efectos positivos como resaltar el sabor, que sean más energéticas, texturas suaves, aroma, color, haciéndolas mas comestibles.
Los productores de etileno pueden estar a temperatura ambiente, mientas que los sensibles al etileno van mejor refrigerados.
Muchos de los vegetales que son sensibles al etileno, también lo producen, pero en cantidades tan pequeñas que no se aprecia. En todo caso, para evitar que se estropeen antes de tiempo, hay que mantenerlos separados de los que sí lo emiten.
Algunos de los vegetales sensibles al etileno que lo producen en cantidades mínimas son: zanahoria, pepino, brócoli, calabaza, esparrago, lechuga, coliflor, coles de Bruselas, papas, entre otros.
Refrigerar alimentos que deberían conservarse a temperatura ambiente también puede hacer que se echen a perder más rápidamente. Los tomates, el ajo, las patatas y las cebollas deben conservarse a temperatura ambiente (entre 20 y 22 °C/68 y 72 °F).
Aprenda a conservar los alimentos
El enlatado, el encurtido y la fermentación son procesos de conservación que se llevan realizando desde hace miles de años. La conservación de los alimentos puede prolongar la vida útil, reducir la huella de carbono, ahorrar dinero y reducir el desperdicio de alimentos. Asegúrese de aprender a enlatar, encurtir o fermentar determinados alimentos de forma adecuada, ya que las bacterias que se producen durante estos procesos pueden ser perjudiciales.
Usar y reutilizar las sobras
Una de las formas más sencillas de evitar el desperdicio de alimentos es consumir todos los alimentos que cocinas. Si bien puedes guardar las sobras de comida y comerlas más tarde en la semana, también puedes reutilizar los componentes sobrantes en un plato completamente nuevo. Recuerda que las sobras se pueden conservar en el refrigerador durante tres o cuatro días; si lo haces durante más tiempo, corres el riesgo de sufrir una intoxicación alimentaria.
Compra local
Comprar en los mercados agrícolas locales es una excelente manera de invertir en su comunidad, disfrutar de productos agrícolas con su máximo valor nutricional, reducir su huella de carbono y reducir el desperdicio de alimentos. Muchas granjas pequeñas utilizan prácticas orgánicas certificadas, lo que reduce la cantidad de pesticidas sintéticos y productos químicos que pueden contaminar el suelo y el agua.
Compost
Los desechos de alimentos contribuyen al volumen de los vertederos, emiten gases de efecto invernadero y son una oportunidad perdida de crear un suelo naturalmente enriquecido que pueda producir alimentos nuevos y saludables. Si bien a menudo se supone que se necesita una gran extensión de tierra para hacer compost, los aparatos de compostaje de mesa y para el hogar son cada vez más comunes. Además, muchas ciudades tienen programas de compostaje que permiten recoger el compost en su domicilio, de manera similar a la basura y el reciclaje, o puede llevar el compost al mercado agrícola local.
Recetas de comida sin desperdicios
Cocinar puede ser un pasatiempo relajante, productivo y placentero, pero puede producir una enorme cantidad de desechos. Las hojas, los tallos, las pieles y las espinas se pueden transformar en nuevos platos para evitar desperdiciar alimentos. Estas recetas aprovechan los restos que a menudo se desechan y los convierten en algo delicioso.

Caldo de restos de verduras De ajo y ralladura
Ingredientes:
3‒4 tazas de recortes de zanahorias, apio, cebollas, hinojo, nabos, papas u otras verduras
2‒3 dientes de ajo machacados
10‒12 granos de pimienta enteros
2 hojas de laurel
Instrucciones:
Coloque los restos de verduras en una olla grande o la de su preferencia. Llene la olla con agua fría justo por encima de los restos; agregue los dientes de ajo machacados (con cáscara y todo), los granos de pimienta y las hojas de laurel.
Tapar y dejar hervir. Reducir el fuego y dejar cocinar a fuego lento durante 25 o 30 minutos.
Coloque un colador grande sobre un bol y vierta el contenido de la olla. Presione los sólidos para extraer el exceso de líquido. Descarte los sólidos.
El caldo durará 1 semana en el refrigerador o 3 meses en el congelador.
Pesto de hojas de zanahoria De leche y cardamomo
Ingredientes:
2 tazas de hojas de zanahoria
1/4 taza de hojas de albahaca ligeramente compactadas
1/3 taza de semillas de calabaza tostadas
1/3 taza de queso parmesano (o levadura nutricional, para hacerlo vegano)
1 cucharada de jugo de limón
2 dientes de ajo
1/3 taza de aceite de oliva
Sal y pimienta
Instrucciones:
Añade todos los ingredientes excepto el aceite de oliva al procesador de alimentos y mezcla hasta que quede suave.
Raspe los lados del tazón del procesador y rocíe lentamente el aceite de oliva mientras bate el pesto.
Vierta la mezcla en un frasco de vidrio y cubra con suficiente aceite de oliva para que el pesto quede completamente cubierto.
Conservar en el refrigerador hasta 1 semana o en el congelador hasta 6 meses.
Chips de cáscara de verduras
Ingredientes:
3 tazas de cáscaras de verduras secas y/o cáscaras de frutas (por ejemplo, papas criolla o pastusa, zanahorias, manzanas, remolachas)
1 cucharada de aceite vegetal o de canola
3/4 cucharadita de sal, más para servir
1 cucharada de levadura nutricional, y un poco más para servir
Instrucciones:
Precaliente el horno a 400° Coloque las cáscaras en 2 bandejas para hornear con borde forradas con toallas de papel y séquelas. Deje reposar durante 10 minutos para que continúen secándose al aire.
Coloque las cáscaras en un recipiente grande, luego agregue el aceite, la sal y la levadura nutricional. Mezcle para cubrir uniformemente.
Deseche las toallas de papel de las bandejas para hornear con borde, divida las cáscaras de manera uniforme entre las bandejas y extiéndalas en capas individuales.
Hornee durante 20 minutos (controle a los 15 minutos, ya que las temperaturas del horno varían), o hasta que las cáscaras estén doradas y crujientes, girando las bandejas para hornear a la mitad.
Pruebe las patatas fritas; ajuste el condimento con más sal y levadura nutricional si lo desea.
La línea de fondo
Como individuos, podemos hacer pequeños cambios para reducir la cantidad de alimentos que desperdiciamos. Si bien es posible que nunca logremos el objetivo de cero desperdicios, lo que más importa es hacer el esfuerzo. Realizar cambios en la forma en que compramos, cocinamos y comemos alimentos ayudará a reducir el impacto ambiental y a crear un planeta más saludable.